El
sistema
político y electoral cubano
El
cuestionamiento al sistema político y electoral cubano,
constituye uno de los pilares fundamentales de
la campaña enemiga contra nuestro país, lidereada por
los EstadosUnidos. La actividad contra Cuba en
materia de democracia y derechos humanos, no
sólo constituye la principal herramienta de Estados
Unidos para tratar de “legitimar” su
política de hostilidad y agresión hacia Cuba;
sino que responde también al interés de
los principales países capitalistas
industrializados de imponer a los países en
desarrollo un modelo de organización
política que facilite la dominación.
En su campaña contra Cuba, Washington pretende
demostrar la incompatibilidad del sistema
político que establece la Constitución del país
con las normas internacionalmente aceptadas en
materia de democracia y derechos humanos, y fabricar
la imagen de una sociedad intolerante, que no permite
la más mínima diversidad y pluralidad política.
Para ello cuenta con poderosos instrumentos de propaganda y cuantiosos
recursos que utiliza para el reclutamiento, organización y
financiamiento de grupúsculos contrarrevolucionarios, que
presenta como “oposición política”, tanto dentro como
fuera del país.
La
manipulación del concepto de la democracia por las principales
potencias occidentales ha alcanzado recientemente magnitudes muy
peligrosas. Aquellos que se aparten del modelo democrático que
preconizan, de los patrones y valores que promueven, no sólo son
sometidos al cuestionamiento y la demonización a través
de la propaganda y las instituciones internacionales que controlan la
llamada “defensa de la democracia”, sino que además se
convierten en potenciales “víctimas” de la doctrina de
intervención que desarrollan las potencias imperialistas.
Cuba
defiende y apoya el derecho de los pueblos a la libre
determinación, reconocido internacionalmente como un derecho
inalienable en el consenso alcanzado en la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos, celebrada en Viena, en 1993. En la propia
Declaración y Programa de Acción de Viena se
estableció, asimismo, que “la democracia se basa en la voluntad
del pueblo, libremente expresada, para determinar su propio
régimen político, económico, social y cultural, y
en su plena participación en todos los aspectos de la vida”, y
se reconoció la importancia “de las particularidades nacionales
y regionales, así como de los diversos patrimonios
históricos, culturales y religiosos”.
Es
sobre la base de estos postulados, ignorados abiertamente por quienes
intentan imponer sus modelos como “únicos”, que se erige el
sistema político cubano, un modelo escogido y defendido por los
propios cubanos, genuinamente autóctono y auténtico,
fundamentado en la igualdad y solidaridad entre los hombres y mujeres,
en la independencia, la soberanía y la justicia social.
Nuestro
país ya conoció el modelo que hoy intentan imponerle, ya
vivió la triste experiencia del sistema “pluripartidista” y
“representativo” que le recetó Estados Unidos, y que trajo como
consecuencia la dependencia externa, la corrupción, el
analfabetismo y la pobreza de amplios sectores de la población,
el racismo, en resumen, la completa negación de los más
elementales derechos individuales y colectivos, incluido el
derecho a unas elecciones verdaderamente libres y democráticas.
Este
sistema y la permanente política injerencista norteamericana, no
sólo procrearon gobernantes ladrones y corruptos, sino que
gestaron dictaduras tiránicas y asesinas, promovidas y apoyadas
directamente por el gobierno de los Estados Unidos.
Por
todo ello, la Revolución cubana no podía asumir este
sistema si verdaderamente quería resolver los males heredados
producto de éste. De esta forma, el país se
enfrascó en diseñar su propio modelo, para lo cual
hurgó en sus propias raíces y acudió al
pensamiento social, humanista y patriótico de los más
preclaros próceres de la nación cubana.
Lo
primero que habría que subrayar, entonces, para explicar el
sistema político cubano, es que nuestro modelo no es importado,
nunca fue una copia del modelo soviético ni del existente en los
países socialistas en aquel momento, como quisieron hacer ver
los enemigos de la Revolución. El sistema político
de Cuba nace y se corresponde con el devenir de la evolución
histórica del proceso político-social de la nación
cubana, con sus aciertos y desaciertos, con sus avances y
retrocesos. El hecho de que la formación y desarrollo de
la nación cubana durante sus apenas 130 años de
existencia haya enfrentado prácticamente los mismos factores
externos e internos, favoreció una historia coherente,
permitiendo desarrollar la idea de construir una nación forjada
por los propios cubanos.
La
existencia de un solo partido en el sistema cubano está
determinada, entre otros, por factores históricos y
contemporáneos. Nuestro Partido, es la continuidad
histórica del Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí
para unir a todo el pueblo con el objetivo de alcanzar la absoluta
independencia de Cuba. Aquellos factores que dieron origen a
dicho Partido, liberar a Cuba e impedir su anexión a los Estados
Unidos, son los mismos que están presentes hoy cuando nuestro
pueblo enfrenta un férreo bloqueo económico, comercial y
financiero y otras acciones hostiles que tienen como objetivo deponer
el gobierno y destruir el sistema instaurado en el país por
decisión soberana de todos los cubanos.
Nuestro
Partido desarrolla su labor mediante la persuasión, el
convencimiento y en estrecha y permanente vinculación con las
masas, y las decisiones que adopta son de obligatorio cumplimiento
únicamente para sus militantes. No es un partido electoral
y le está prohibido no sólo nominar candidatos, sino
participar en cualquier otro momento del proceso electoral. Esta
concepción y esta práctica, garantizan que en un sistema
donde existe un solo partido, se desarrolle y prevalezca la más
amplia pluralidad de opiniones.
Características
del sistema político y electoral cubano:
1-
Inscripción universal, automática y gratuita de todos los
ciudadanos con derecho al voto, a partir de los 16 años de edad.
2-
Postulación de los candidatos directamente por los
propios electores en asambleas públicas (en muchos países
son los partidos políticos los que nominan a los candidatos).
3-
Inexistencia de campañas electorales
discriminatorias, millonarias, ofensivas, difamatorias y manipuladas.
4-
Total limpieza y transparencia en las elecciones.
Las urnas son custodiadas por niños y jóvenes pioneros,
se sellan en presencia de la población, y el conteo de los votos
se hace de manera pública, pudiendo participar la prensa
nacional y extranjera, diplomáticos, turistas y todo el que lo
desee.
5-
Obligación de que todos los electos lo sean por
mayoría. El candidato sólo es electo si obtiene
más del 50% de los votos válidos emitidos. Si este
resultado no es alcanzado en la primera vuelta, irán a la
segunda los dos que más votos obtuvieron.
6-
El voto es libre, igual y secreto. Todos los
ciudadanos cubanos tienen el derecho a elegir y ser elegidos.
Como no hay lista de partidos, se vota directamente por el candidato
que se desee.
7-
Todos los órganos representativos del Poder del
Estado son elegidos y renovables.
8-
Todos los elegidos tienen que rendir cuenta de su
actuación.
9-
Todos los elegidos pueden ser revocados en cualquier
momento de su mandato.
10-
Los diputados y delegados no son profesionales, por tanto
no cobran salario.
11-
Alta participación del pueblo en las
elecciones. En todos los procesos electorales que se han
celebrado desde el año 1976, han participado más del 95%
de los electores. En las últimas elecciones para Diputados
en 1998 votaron un 98,35% de los electores, resultaron válidos
el 94,98% de los votos emitidos, fueron anuladas el 1,66% de las
boletas y depositadas en blanco sólo el 3,36%.
12-
Los Diputados a la Asamblea Nacional
(Parlamento) se eligen para un mandato de 5 años.
13-
La integración del Parlamento es representativa de
los más disímiles sectores de la sociedad cubana.
14-
Se elige un diputado por cada 20 000 habitantes, o
fracción mayor de 10 000. Todos los territorios municipales
están representados en la Asamblea Nacional, y el núcleo
base del sistema , la circunscripción electoral , participa
activamente en su composición. Cada municipio elegirá
como mínimo dos diputados, y a partir de esa cifra, se
elegirán proporcionalmente tantos diputados como habitantes
existan. El 50 % de los diputados tienen que ser delegados de las
circunscripciones electorales, los cuales tienen que vivir en el
territorio de la misma.
15-
La Asamblea Nacional elige, de entre sus Diputados, al
Consejo de Estado y al Presidente del mismo. El Presidente del
Consejo de Estado es Jefe de Estado y Jefe de Gobierno. Ello
quiere decir que el Jefe del Gobierno cubano tiene que someterse a dos
procesos electorales: primero tiene que ser electo como Diputado
por la población, por el voto libre, directo y secreto, y
después por los Diputados, también por el voto libre,
directo y secreto.
16-
Al ser la Asamblea Nacional el Órgano Supremo del
Poder del Estado y estarle subordinada a ella las funciones
legislativas, ejecutivas y judiciales, el Jefe de Estado y de Gobierno
no puede disolverla.
17-
La iniciativa legislativa es patrimonio de
múltiples actores de la sociedad, no sólo de los
diputados, del Tribunal Supremo y la Fiscalía, sino
también de las organizaciones sindicales, estudiantiles, de
mujeres, sociales y de los propios ciudadanos, requiriéndose en
este caso que ejerciten la iniciativa legislativa 10 000 ciudadanos
como mínimo que tengan la condición de electores.
18-
Las leyes se someten al voto mayoritario de los
Diputados. Lo específico del método cubano es que
una ley no se lleva a la discusión del Plenario hasta tanto,
mediante consultas reiteradas a los diputados y teniendo en cuenta las
propuestas que han hecho, quede claramente demostrado que existe el
consentimiento mayoritario para su discusión y
aprobación. La aplicación de este concepto adquiere
relevancia mayor cuando se trata de la participación de la
población, conjuntamente con los diputados, en el
análisis y discusión de asuntos
estratégicos. En esas ocasiones el Parlamento se traslada
a los centros laborales, estudiantiles y campesinos, haciéndose
realidad la democracia directa y participativa.
Lo
expresado hasta aquí pone de manifiesto la esencia de la
democracia cubana, del sistema que ha instituido, refrendado y apoya la
inmensa mayoría de los cubanos.
Sin
embargo, no pretendemos haber alcanzado un nivel de desarrollo
democrático perfecto. La principal calidad del sistema
político cubano es su capacidad para el constante
perfeccionamiento en función de las necesidades planteadas para
la realización de una participación plena, verdadera y
sistemática del pueblo en la dirección y el control
de la sociedad, esencia de toda democracia.
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